Propusimos a los músicos la elección de un tema de su repertorio que no interpretasen habitualmente por no considerarlo adecuado a su propósito, sin reparar en su contenido ni en sus implicaciones, a pesar de estar dentro de su registro y sus motivaciones. Ellos eran libres además de hacer su propia adaptación. Esta vez el objetivo no sería complacer al oyente, sino hacerle aceptar su rol pasivo en la interacción y provocar al mismo tiempo su posicionamiento respecto a la misma. El músico se vería liberado de los protocolos que rigen su actividad y le obligan a desempeñar una función de estricto entretenimiento, permitiéndole adoptar también un rol crítico y concienciador.

El hilo conductor que nos serviría más tarde para hilvanar los materiales sería “el trabajo”, dado que la mayoría de los desplazamientos que realizamos en metro tienen relación con él, lo que dota a la intervención de un alto componente situacional. Una parte importante de la música popular se ha desarrollado en torno al tema del trabajo, en forma de queja por la fatalidad que envuelve, de reivindicación o de mero acompañamiento. El tema del trabajo puede suscitar también cuestiones sobre la condición del artista dentro del sistema productivo. Finalmente puede despertar inquietudes acerca del lugar que el trabajo, y las condiciones generales de la producción, ocupan en nuestras vidas.

“Quiero ver el desastre
de la cuerda abusadora”1

* * *

Tras un rastreo detenido hicimos un listado de artistas que podían acompañarnos en nuestro trayecto. Más que a su nivel, fiábamos nuestra búsqueda a su disposición para escuchar con interés nuestra propuesta y hacerla propia. Esto no sucedía siempre. Quizá existe una imagen demasiado idílica de este colectivo, al que relacionamos con los momentos de evasión y dispendio que nos procura ocasionalmente, sin reparar en las condiciones precarias y frustrantes en que se desenvuelve. Hemos conocido casos de músicos que gozan con su actividad, y que se sentían pagados por el mero hecho de poder exhibir sus habilidades en público. Pero lo más común es que encuentres personas que eventualmente no tienen otro recurso para sobrevivir y alimentar a sus familias. No pondremos nuestro énfasis en dignificar la figura del músico urbano, ni en sacar conclusiones moralistas que no son nuestra materia, pero es éste otro de los motivos por los que solemos no escuchar. Recuerdo lo que decía un venezolano que nos acompañó en algunas de nuestras rutas y nos introdujo en su ambiente:

—La gente dice que deberíamos buscar un trabajo. Yo tengo tres, y no me llega.

José Luis tocaba ocasionalmente en eventos, daba clases de guitarra y tocaba en el metro cuando podía confiar a alguien el cuidado de su pequeña. Trabajamos duro durante semanas la “Canción del trabajo”. Un día le llamé para concertar por fin una sesión de grabación.

—Hola, mi amigo… Encontré trabajo en una academia, así que no me verás más por esos lares.

Estos reveses resultaban frustrantes, tanto más cuanto no había a quién culpar. No fue el único caso. Los músicos entran y salen del circuito sin patrón ni contrato. No tienen que fichar, así que pueden cometer absentismo o por el contrario cubrir jornadas de doce horas hasta recaudar lo necesario. Los que recorren el mundo de ciudad en ciudad desaparecen sin aviso, y cuando vuelven a aparecer tenemos ya que bajarnos.

* * *

Solíamos negociar con los músicos el tema que iban a interpretar, lo que nos aportó a menudo mejores opciones, pero llevábamos un repertorio de propuestas que definían nuestras intenciones, y entre ellas se imponía el empeño por trabajar “Work Song”, el clásico de Cannonball Adderley que Raphael popularizó en su versión en castellano, y que introdujo el ska en España quince años antes que Kortatu. Varios de nosotros nos opusimos, porque considerábamos la adaptación de Raphael como uno más de tantos crímenes del franquismo. Pero la propia canción arrastraba una fuerte carga histórica. Su largo recorrido atravesaba todas las estaciones de la música popular, y a través de sus diversas adaptaciones nos daba acceso a los diferentes contextos sociopolíticos que las marcaron.

Pese a que este tema se conoce sobre todo por la versión instrumental de Cannonball Adderley incluida en su álbum de 1960 Them Dirty Blues, un clásico que sería constantemente revisitado por otros artistas y adaptado a diferentes estilos, se basaba en un tema vocal que Oscar Brown Jr. escribió en 1959 como protesta contra la pobreza y la exclusión racial, basándose a su vez en los cantos del trabajo de los campos de algodón y en los cantos de prisión de los negros. Esta letra contaba una historia muy cruda, sobre un hombre condenado a trabajos forzados por un crimen cometido durante un desafortunado robo al que fue impulsado por la necesidad.

“And judge he say, ‘five years hard labor
On the chain-gang you gwine t’go’
I heard the judge say, ‘five years labor’
I heard my woman scream, ‘Lordy, no!’
Oh, hold it steady right there while I hit it
There, I reckon that ought to get it
Been workin’ and workin’
But I still got so terrible long to go.”2

Nat Adderley la grabó el mismo año acompañado de un sexteto de lujo con Wes Montgomery, Bobby Timmons, Percy Heath y Sam Jones, en la que probablemente sea su versión más conocida. El propio Cannonball Adderley realizaría después versiones en vivo adaptadas con toques funky. Nina Simone recuperó la versión vocal aportándole su peculiar matiz trágico y emocional en la interpretación, e impulsó su popularidad en todo el mundo. Herp Alpert le imprimió en 1966 un base rítmica de ska que la versión de Raphael celebraría en los años del desarrollismo y de moderada apertura que el franquismo buscaba proyectar internacionalmente. Durante la “invasión británica” de los 60, una oleada de grupos europeos a la conquista de los sonidos surgidos en América, The Animals introdujo el tema en el repertorio clásico del rhythm and blues. La primera adaptación en castellano, que fue la que popularizó Raphael en 1967, fue grabada por Ramón Calduch en 1965. Gregory Porter ha conseguido un desarrollo bastante inmersivo en clave soul y free. Nuestros colaboradores Brianna & Co. realizaron su inédita lectura en clave de reggae con insertos freestyle de su cosecha.

“Veo miradas tristes Veo pisadas torpes
Veo ojos cansaos
por lo que te ha costao
después de tantos golpes
No es la mejor versión de ti”3

Footnotes

  1. Extracto de la intervención de Brianna versionando libremente la “Canción del trabajo”, en la versión en castellano que hizo Raphael del tema de Cannonball Adderley “Work Song”.

  2. El juez dijo ‘cinco años de trabajos forzados / Irás a la cuerda de presos’ / Escuché decir al juez ‘cinco años de trabajo’ / Mi mujer gritaba ‘¡Dios mío, no!’

  3. Otro extracto de la versión de Brianna que incorporaba un rap improvisado de propia factura.